diumenge, 20 de novembre del 2011

Las asociaciones profesionales y su papel frente la crisis

Este lunes pasado asistí a la conferencia del Presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), Jordi Ludevid, que con el título (en catalán) de “¿Una profesión en ruinas? Proyectos del CSCAE contra la triple crisis” impartió en Barcelona. Me permitió esto constatar que no hay temas poco interesantes sino, en todo caso, conferencias poco inteligentes. No lo fue la del Presidente del CSCAE y lo que dijo lo creo aplicable a la profesión de bibliotecario. Voy a intentar resumir lo que dijo con el claro propósito de que sus ideas puedan iluminar el camino que a mi entender deberían emprender de forma decidida e inmediata las asociaciones profesionales de bibliotecarios en España.

Según Ludevid el papel de las asociaciones profesionales en este momento sería: identificar la crisis, explicarla y combatirla. La identificación de la crisis es fácil en la arquitectura ya que las viviendas construidas en 2010 han sido un 10% de las hechas en 2006. La crisis tomaría una triple dimensión en el caso de la arquitectura: la económica, una de profesional y una de normativa y legal. El combate consistiría en la formulación de propuestas (que pueden perfectamente no tener éxito) que dinamicen el sector, que permitan redefinir la profesión en estos momentos de cambio y que propongan alternativas a la situación actual que sitúen mejor a la profesión en un futuro próximo. Veamos si nos es aplicable a los bibliotecarios.

Identificación de la crisis. Hay quién niega la existencia de crisis en nuestro sector. De hecho, es lo que parece, los foros profesionales no están tratando la crisis, es decir deberíamos deducir que no existe. Los colectivos profesionales deberían ‘ya’ crear los instrumentos que nos permitan medir si hay crisis y que dimensión esta tiene. Lo ha empezada a hacer la Asociación Andaluza de Bibliotecarios (ver el “Estudio sobre el impacto de la crisis económica en las bibliotecas andaluzas” de su último Boletín)

Deberíamos empezar a medir la disminución de los presupuestos para bibliotecas experimentados en 2011, los previstos para 2012 y a analizar su impacto sobre los servicios bibliotecarios actuales y la creación de nuevas bibliotecas. Deberíamos medir en qué grado una parte de la profesión vive condiciones laborales precarias y en qué medida estas empeorarán en las circunstancias actuales.

Lo grave no es que nuestras asociaciones no reconozcan la existencia de la crisis, sino que parece que no se atreven a hacerlo. Que en el contexto actual parecen asumir lo que justamente una asociación profesional no puede asumir: que los efectos de la crisis son más graves para otros sectores que para el nuestro y que las bibliotecas son sacrificables en momentos de constreñimiento económico.

Explicación de la Crisis. Ludevid explicó que la crisis no es sólo económica y que lo es además de ejercicio de la profesión y de marco normativo. Creo que sin forzar sus argumentos, los bibliotecarios estamos viviendo también una triple crisis. La económica, por evidente, la omito.

La crisis profesional en nuestro caso se centraría en la profunda transformación del ejercicio profesional derivada de la digitalización de la información. Los cambios, gestados de forma constante a lo largo de las pasadas décadas, son profundos y están poniendo las bibliotecas en la tesitura de desaparecer o de transformase. Si continuamos queriendo hacer como lo hemos estado haciendo hasta ahora estamos cavando nuestra tumba. No se trata de abandonar los valores profesionales que justifican la existencia de las bibliotecas. Sí se trata de revisar con profundidad los medios y la forma (edificios, colecciones y servicios) con los que hemos estado satisfaciendo las necesidades sociales con respecto la información.

Parte de la crisis que viven los arquitectos es normativa y legal, según Ludevid y se concretaría en la adaptación de su titulación a Bolonia y a las nuevas normas legales que regulan la edificación. Esta sería una categoría que también nos es aplicable ya que los instrumentos que inciden en nuestra práctica profesional están en proceso de cambio. Ya no los bibliotecarios viejos como yo mismo, sino los que finalizaron su formación hace más de 10 años, nos encontraremos en que los instrumentos que aprendimos a utilizar en nuestros estudios dejaran de ser aplicables. La revolución digital (y la social derivada de la crisis) hará en un breve plazo de tiempo, obsoletas las normas de catalogación, los criterios de creación de colecciones y los instrumentos de evaluación de servicios.

Combate contra la crisis. Algunas de las propuestas de los arquitectos: más construcción, transformación de las viviendas, cambios en la forma del ejercicio profesional, calidad en la formación universitaria, … Estas propuestas no nos son aplicables de forma directa pero pueden servir de guía. Nuestra posición debería ser más la defensa de los niveles se servicio conseguidos que de creación de nuevas bibliotecas (con una excepción que comentaré). Ni se han hecho demasiado bibliotecas, ni se han hecho en lugares que no se debía, ni las hechas son demasiado grandes. Las infraestructuras culturales (y mucho menos las bibliotecas) no son las culpables de la crisis ni de la deuda.

La crisis no debería inhibirnos de hacer propuestas que mostraran que las bibliotecas y nuestra profesión tenemos algo que ofrecer a esta sociedad en crisis y proceso de cambio. Si no lo consideramos así, más nos vale que vayamos buscándonos otra profesión. Nuestro sistema educativo primario y secundario necesita bibliotecas (y profesionales que las gestionen) si queremos que la ciudadanía del futuro sea capaz de aprender a lo largo de la vida y un agente activo en la sociedad de la información. Muchas de nuestras instituciones deberían tener biblioteca si queremos que la información se gestione de forma eficaz y con posibilidad de ser utilizada en el futuro. Las empresas deberían descubrir también nuestras virtudes profesionales a partir de la mejora de la productividad y resultados.

Debemos también cambiar la forma del ejercicio profesional. Este se ha forjado en un contexto de grandes instituciones (bibliotecas) construidas alrededor de lo impreso. La cooperación deberá crecer, la flexibilidad en el ejercicio profesional aumentar y las asociaciones profesionales deberán (deberían) construir una visión compartida que nos reforzara a todos. Leo en “La edad de la empatía” de Frans de Waal: La depredación [la crisis] fuerza a los individuos a juntarse” y cuenta como “los arenques y otros peces… cuando se aproxima un tiburón o una marsopa, ,se apretujan al instante o viran de manera coordinada y abrupta como un relámpago plateado.”

Hay crisis; hay más de una crisis y el pescado no lo tenemos vendido.

1 comentari:

Anònim ha dit...

Sí, podríem comparar per exemple quant és la diferència de sous entre els que comencen i alguns càrrecs directius d'institucions bibliotecàries, a banda de viatges, dietes, etc.