dilluns, 24 de juny del 2013

Todas las obras a ofertar deberán estar en lengua castellana


El préstamo de libros electrónicos a través de bibliotecas públicas ha sido motivo de controversia reciente en los Estados Unidos de Norte América debido a que algunas grandes editoriales han impuesto condiciones consideradas muy restrictivas por las bibliotecas o incluso se han negado a vender libros electrónicos para evitar así cualquier medida de préstamo en bibliotecas públicas.  Cristóbal Urbano publicó en Blok de BiD un interesante post con el título de De Andrew Carnegie a OverDrive, Amazon y… ¿algo más? Bibliotecapública y préstamo de libros digitales en Estados Unidos donde sitúa este tema actual desde una interesante perspectiva histórica.

Las posturas maximalistas y proteccionistas de la industria editorial suscitan inevitablemente una reacción contraria de querer igualar las condiciones de venta de los libros digitales a los impresos. Las dos formas no son equiparables ya que la fisicidad del libro impreso impone unas restricciones inevitables que limitan el uso del libro impreso a un usuario a la vez y lo someten a un desgaste que obliga a su reemplazo al cabo de cierto uso. Un grupo de trabajo intersectorial del Reino Unido ha preparado unas recomendaciones para un servicio de préstamo digital en las bibliotecas públicas que resume muy bien Carme Fenoll en otro post de Blok de BiD, Políticas de préstamo digital en las bibliotecas públicas: el caso deInglaterra.

La dificultad y la necesidad de encontrar un sistema que permita a las bibliotecas comprar libros e- para dejarlos en préstamo y que sea compatible con la industria editorial hace muy interesante la iniciativa de la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria de convocar un concurso para la Adquisición de licencias de uso de libros electrónicos (e-books) para supréstamo a través de las Bibliotecas Públicas, así como la implantación de unsistema de gestión informática.

Creo que la iniciativa es digna de aplauso por lo que significa de querer que las bibliotecas no dejen de ofrecer un tipo de lectura que cada vez será más popular y que tiene ventajas innegables. El concurso sale por un importe total de 1.705.785,12 € (sin IVA) y se divide en 7 lotes temáticos más otro para audiolibros. Los ofertantes deberán ofrecer obras con licencia de uso para al menos 12 meses, es decir que –simplificando- se podrán adquirir o bien o pocos libros para muchos usuarios, o muchos libros para un solo usuario a la vez, o una mezcla de las dos opciones.  El concurso tiene mucho de experimental ya que no hay precedente que permita suponer qué ofertas harán las editoriales o los agregadores. Quizá se hubiera sido mejor convocar un concurso inicial que permitiera analizar la respuesta del mercado y, a partir de esta, hacer una convocatoria más precisa y mejorada. Veremos, por ejemplo, qué ofertas reciben los lotes 6 y 7 para libros infantiles de ficción y conocimiento.

Otro aspecto que resulta interesante del concurso es que se realiza para todas las bibliotecas públicas españolas. Creo no equivocarme diciendo que el Ministerio no ha realizado en el pasado reciente compras directas de libros para bibliotecas sino que ha dejado que sean las mismas bibliotecas las que lo hagan. La disruptividad de lo digital está abriendo nuevas modalidades de hacer las cosas. En las universidades, la llegada de las revistas digitales a finales del siglo pasado supuso una modalidad nueva de compra (las adquisiciones cooperativas) y la aparición de nuevos agentes (los consorcios de bibliotecas). En Holanda, la adaptación a las nuevas posibilidades de la información electrónica ha supuesto una redistribución de competencias entre estado, regiones y municipios para los servicios bibliotecarios.

Esta nueva realidad, junto con las sorpresas que puedan presentar las ofertas que reciba el concurso, hace del mismo una experiencia que debería formularse en un marco de cooperación y consenso y que deberá ser seguida con interés por la profesión.

Más sorprendente y difícil de justificar me parece la cláusula 2.1.1 que dice: “Con carácter general, todas las obras a ofertar, salvo las que forman parte del Lote 5 “Idiomas”, deberán estar en lengua castellana”. Es decir, el Estado podrá sufragar con dinero de todos libros de autoayuda –que son usados por una minoría de la población española- o novelas de ciencia ficción – que son preferidas por otra digna minoría- pero no podrán leer en catalán el despertar sexual del protagonista de la última novela de John Irving con una bibliotecaria ni tampoco en catalán La trama matrimonial que teje Jeffrey Eugenides en su último libro.

Esta exclusión a priori de algunas minorías del resultado del concurso es, en este caso, especialmente ridícula ya que es perfectamente posible que un ofertante hubiera podido ofrecer un número determinado de accesos a una obra dada independientemente de la lengua en la que los lectores hubieran decidido leerla.






1 comentari:

Anònim ha dit...

http://www.elconfidencial.com/cultura/2013/07/03/cultura%2Ddeja%2Da%2Damazon%2Dfuera%2Ddel%2Dfuturo%2Dde%2Dlas%2Dbibliotecas%2Ddigitales%2D124206/