dimecres, 13 d’agost del 2008

Placeres alrededor de la lectura

10 de agosto en Saint-Rabier, un pueblo cerca de Hautefort, 12ª edición de una fiesta del libro. Un euro de entrada (los niños no pagan). De lo esperable, libreros-bouquinistas, lo menos: 4. Lo más, múltiples placeres alrededor de la lectura para los amantes del libro: café literario con autores que presentan sus libros, unos 20 tenderetes en los que pequeños editores o autores muestran y venden su obra, taller de ilustraciones para niños y de escritura creativa para adultos, taller de papiroflexia (a mi hija y a mi nos enseñaron a hacer una hoja de plátano preciosa), taller de confección de postales y otro de scrapbooking, caligrafía, además, un par de exposiciones en el pueblo, apetitivo ofrecido por el alcalde, cena y concierto. Las próximas ferias del libro en la zona: el 31 de agosto en Faux, el 6 de septiembre en Montignac, y el 14 del mismo en Cahors. Sin hacer nada especial, lo disfrutamos. Volviendo a casa me preguntaba si lo mismo se podría encontrar en España. Pero venía de Vic, donde el fantástico museo episcopal estaba vacío, y había pasado por Lascaux, dónde los turistas hacíamos cola para comprar entradas para la réplica de la cueva con pinturas prehistóricas. Pensé que quizá lo que nos falla no es el objeto (la feria en sí o el museo), y sí el sujeto (el público visitante); no el paisaje y sí el paisanaje. El franquismo fue un desierto cultural, y el primer objetivo (quizá no siempre consciente) de los organizadores del renacimiento en España de las bibliotecas públicas y de las universitarias fue cambiar la imagen que el público tenía de las bibliotecas. No se podía postular a favor de la creación de bibliotecas sin romper con la imagen que los profesores, estudiantes y ciudadanos se habían formado de las bibliotecas siendo usuarios de las bibliotecas de la dictadura. Quizá por ello la comprensible obsesión de los creadores de nuevas bibliotecas, a veces en la década de los 80 pero sobre todo en la de los 90, fue ser o parecer moderno. Tener videos y CDs, y tener las últimas novedades del mercado editorial. La lógica prioridad fue crecer en fondos; intentar recuperar el tiempo perdido. Quedan bibliotecas por hacer, muchas, pero queda por hacer un cambio en nuestra prioridades: crear una cultura alrededor del libro y de la lectura. El ‘suministro’ de información (la prioridad de los 80 y los 90) quizá ya no lo deba ser en un entorno con mucha información libre en Internet y con grandes paquetes de información digital adquiridos consorciadamente. Las prioridades de las bibliotecas en los próximos años pueden muy bien ser la de crear y formar lectores y la de reforzar positivamente el esfuerzo de leer y de informar-se creando espacios en los que el libro y la lectura se rodee de placeres asociados a los mismos: la caligrafía, la encuadernación, el coleccionismo, la escritura, la conversación, el intercambio de opiniones, el aprendizaje, el conocimiento...

1 comentari:

Robert ha dit...

Home Lluís, has de tenir en compte que estem en ple període Olímpic!!!i el públic que va a les biblioteques ve a veure els "highlights" del partit del Gasol o els darrers moments dels 100 metres llisos!!!!a Internet, clar,...que modernes que són les biblioteques d'avui dia!!!