Esta es la 2ª (de 4) entrega de la aportación Bibliotecas: un enfermo con una mala salud de hierro que se publicará próximamente en el Anuario ThinkEPI.
Aprovecho para publicitar el Boletín de la Sociedad de la Información que publica Fundación Telefónica. El boletín 242 (de 27.01.10) publica diversos artículos sobre tendencias del año (pasado):
- Ebooks, realidad aumentada, real-time web & Cloud / Salvador Pérez y Agustín Cárdenas
- Internet y Media / Yotam Ben Ami y Mariano Martínez López
- Tecnologías móviles / Ignacio Berberana
2009, tecnología para olvidar el buscar y ayudarnos en el descubrir
La tecnología que por excelencia se asocia a las bibliotecas es la de los sistemas de gestión integrada (ILS). Su existencia permitió la automatización de las bibliotecas en unas fechas en las que los ordenadores no se encontraban con facilidad en la vida cotidiana. Los OPACs en los años 80 y su adaptación muy rápida a los protocolos de Internet en los inicios de los 90 situaron a las bibliotecas en la vanguardia de lo que ahora es habitual: poner servicios y contenidos en la red.
No es que haya pasado nada determinante en el 2009 en este ámbito, pero sí que ha ido cuajando la idea de que los sistemas tradicionales se han quedado atrás con respecto los avances de Internet y de que se requieren unos catálogos ‘de nueva generación’.
Agotadas (al parecer) las empresas tradicionales del mercado del software de sistemas de gestión integrada, las esperanzas de renovación podrían provenir de nuevos agentes que entraran en el mercado o de desarrollos de programas en código libre. En los dos ámbitos se ha avanzado pero quizá lo más novedoso del 2009 haya sido la consolidación del Proyecto OLE (Open Library Environment). El OLE tiene por objetivo definir un entorno tecnológico de nueva generación basado en un nuevo concepto de biblioteca que aproveche las nuevas posibilidades, que de satisfacción a nuevas necesidades y que esté conectado a los sistemas tecnológicos de su entorno. Con fecha de 26 de julio se hizo público el borrador del informe final del proyecto. En este ámbito debemos destacar también el anuncio de la entrada de OCLC en el mercado de la automatización de bibliotecas a partir de una ampliación de funciones de WorldCat local.
Los nuevos desarrollos de los catálogos de nueva generación se agruparían en: mejoras en la búsqueda, facilidades web 2.0 y enriquecimiento de contenido de los registros. Ha sido un hecho destacado del año el desarrollo y la promesa de los llamados descubridores o estos nuevos instrumentos que nos permiten mejorar las búsquedas seleccionando las noticias a partir de facetas e incluir en las mismas no sólo los documentos del catálogo tradicional sino, además, los de otras bases de datos como, por ejemplo, repositorios institucionales. Algunos (como Aquabrowser, Encore o WorldCat Local) llevan cierto tiempo en el mercado, otros (como Primo o Summon) son desarrollos recientes. En todos los casos son soluciones tecnológicas a dos necesidades. La primera, de los usuarios a los que ya no les bastan los mecanismos tradicionales de búsqueda y hasta los que ha llegado el efecto de la Googelización (hacerlo sencillo). La segunda, de las bibliotecas que hasta ahora en sus catálogos han incluido básicamente libros o títulos de revistas pero no artículos de las mismas o documentos de sus colecciones especiales. Unos 840 instrumentos de descubrimiento como los mencionados estarán ya instalados en bibliotecas norte.-americanas según Library technology guides.
Los descubridores permiten que las bibliotecas den el salto de magnitud que ha dado WorldCat de OCLC, que en poco tiempo ha pasado de reseñar unos 40 millones de documentos hasta casi 140 millones justamente por la inclusión de documentos mencionada. En esta línea ha creado mucha expectación el nuevo producto de Serial Solutions, Summon. Este no se situaría en el ámbito del resto de descubridores sino que permitiría la búsqueda conjunta (a nivel del texto completo del artículo) de todas las revistas suscritas por una biblioteca.
Una novedad derivada de los avances tecnológicos y de la exuberancia de la información digital seria el cambio en las expectativas de los usuarios. En el paradigma de lo impresos se daba por hecho que encontrar la información precisa requería esfuerzo y la mediación de la biblioteca. En el paradigma de lo digital, el usuario no entiende de restricciones. Por una parte se quiere todo y ahora, y, por otra, hay una fuerte tendencia a aceptar lo que se presenta de forma inmediata (en la primera página de una búsqueda a Google, por ejemplo). Los resultados ‘suficientemente buenos’ obtenidos con facilidad son mejores que los muy buenos obtenidos con más esfuerzo y tiempo. Los servicios bibliotecarios deben tener en cuenta este cambio de orientación para el diseño de sus servicios.
En el balance, valoraría negativamente los avances insuficientes en normativa de catalogación. Las normas más usadas actualmente –las AACR2- han recibido desde hace tiempo criticas severas por su excesiva adhesión a una catalogación sobre fichas que la realidad ha superado. Los caminos iniciados en este siglo por la comunidad catalogadora parecían prometedores. Si uno examina los conceptos básicos de los Virtual International Authority File (VIAF), Functional Requirements for Bibliographic Information (FRBR) o Resource Description and Access (RDA) queda gratamente sorprendido de la claridad de ideas que manifiestan. Pero 2009 no ha sido el año de aplicación de estos nuevos códigos catalográficos.
Los catálogos son útiles, pero no a cualquier precio. La utilidad deriva de la evolución en paralelo con las necesidades de quien los usa. Las bibliotecas, usuarias confeccionadoras de catálogos, necesitan que la eficiencia de los catálogos mejore. Necesitan que las normas que se usen hagan que la catalogación sea más barata. Las personas, usuarias buscadoras de catálogos, necesitan que la eficacia de los catálogos mejore. Necesitan que las normas que se usen hagan que los catálogos les ahorren tiempo y quebraderos de cabeza.
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