Tercera (de 4) entrega de la aportación Bibliotecas: un enfermo con una mala salud de hierro que se publicará próximamente en el Anuario ThinkEPI.
La información, cada vez más digital
Sin duda es fácil designar el libro electrónico como el protagonista del año en el dominio de la información. Google continua la carrera de digitalizar libros exentos de derechos. Lo hace cada vez más en solitario (Microsof canceló en 2008 una iniciativa paralela) y jugando en campo contrario. Este agosto sus competidores (Microsoft, Amazon y Yahoo!) denunciaron el acuerdo al que había llegado con la asociación de editores norte-americana para la digitalización de obras huérfanas. Europa se ha mostrado contraria también a la validez de este acuerdo.
Al mismo tiempo, los libros de Google Books ya son accesibles al público. Entre ellos los procedentes de las bibliotecas españolas participantes en el proyecto. Los primeros libros digitalizados de la biblioteca de la Universidad Complutense y de la Biblioteca de Catalunya ya son consultables y accesibles desde la plataforma de Google o los catálogos de las respectivas bibliotecas.
A finales del 2009 los medios de comunicación anunciaban que el 2009 sería el año del libro electrónico. A nivel internacional, los grandes editores están entrando en el mercado de forma gradual y prudente. Y las bibliotecas hacen otro tanto. En éstas, la compra de revistas solo ha pasado a ser digital de forma mayoritaria cuando el hecho se ha normalizado, a partir de claras ventajas asociadas (compras consorciadas) y teniendo ciertas garantías o seguridad sobre el uso futuro de lo que hoy se compra en electrónico. Con el libro debería pasar una cosa parecida.
La bibliotecas estadounidenses participantes en el Google Books han puesto en funcionamiento el repositorio HathiTrust que es accesible en versión beta desde abril del 2009. La principal intención de este repositorio cooperativo es garantizar el acceso futuro de los contenidos digitales de las bibliotecas participantes y de forma muy especial de los digitalizados con Google. Y, si los libros de las bibliotecas están cada vez más en digital, ¿qué haremos de las copias impresas que tenemos? Guardarlas todas no, pero descartarlas todas tampoco. La creación de almacenes cooperativos para la conservación de libros y revistas no es una novedad en el ámbito internacional pero si en España. El 9 de octubre del 2009, el Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya inauguró el suyo que lleva el nombre de GEPA y que quiere ser una garantía de espacio para la preservación y el acceso de las colecciones impresas de bajo uso en las bibliotecas. Los esfuerzos de las bibliotecas podrían así pasar a centrarse en la mejora del acceso de las colecciones especiales que conservan.
2009 ha sido el año de la puesta en funcionamiento de Europeana. Su gestación ha sido larga. Europeana forma parte de la Iniciativa i2010 Sociedad de la Información de la Comisión Europea que tienen por objetivo fomentar el crecimiento y el empleo en la sociedad de la información. Nació por un impulso francés y con cierta intención de ser la alternativa europea a Google Libros, pero ha terminado siendo un portal federado que pretende recoger las noticias de todos los documentos digitales en las bibliotecas europeas y dar acceso al documento digital. Gracias a los avanzados esfuerzos de la Biblioteca Virtual Cervantes y a los de otras bibliotecas, la presencia española en Europeana no es de ninguna manera testimonial. La digitalización de colecciones de bibliotecas en España esto está siendo incentivada y bien dirigida por las ayudas concedidas por la Comisión Española sobre la Digitalización y la Accesibilidad en Línea del Material Cultural y la Conservación Digital.
La crisis económica impactó a las bibliotecas quizá más en el extranjero que en nuestro país (donde sentiremos su dimensión este año). En una declaración fechada el 19 de enero del 2009, el ICOLC (International Coalition of Library Consortia) advertía de que la crisis afectaría los presupuestos de las bibliotecas con recortes importantes que se sentirían no solo el 2009 sino en los años venideros. Hacía una llamada de atención a los editores de información para encontrar, conjuntamente con las bibliotecas, soluciones flexibles que les permitieran superar este momento de desinversión sin demasiadas perdidas de contenido.
Durante los primeros años de las compras consorciadas se habló a menudo de sostenibilidad de los ‘Big deal’. Pasaron los primeros años de los acuerdos de compras y estos han podido ir renovándose con una contención de precios notables con respecto los incrementos de las revistas en papel en los años 70, 80 y 90. Las compras conjuntas de información, a mi entender, han sido uno de los cinco elementos clave de los pasados años en bibliotecas por el incremento efectivo de información disponible que han supuesto. Parece pues razonable que los consorcios y las bibliotecas que los integran se movilicen para efectuar un retirada ordenada ya que las cancelaciones desordenadas o caóticas conducirían a una pérdida substancial de la información disponible en las bibliotecas.
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