Por poca memoria que tengamos recorda- remos el vaticinio del éxito indudable que tendría el libro electrónico estas navidades. Los amigos que sucum- bieron a la tentación me cuentan lo poco que han tardado en dejar el e-reader olvidado en un rincón y mi librero, que hace más de un año que ha estado haciendo campaña de lectores de libros e, ha sustituido los que exhibía en un lugar privilegiado de la tienda por libros da papel. A mi madre le regalamos un marco de fotografías digitales que ella usa para tener a primera vista la fotografía preferida de sus nietos en una conveniente versión impresa que encaja perfectamente en el espacio para la pantalla, y es que una buena solución tecnológica no tienen porqué tener aceptación social.
Lo argumentan Manuel Gil y a Francisco Javier Jiménez en un artículo en el núm. 10 (noviembre del 2009) de la revista Trama & Texturas (“La transición digital: ha muerto el ‘eReader’ antes de nacer?”), artículo (¡al fin uno!) inteligente sobre el libro e-, la lectura del cual recomiendo y del que entresaco las tres ideas siguientes:
- La transición a lo digital existe pero no toma la forma beligerante con la que es presentada en los medios de comunicación. Lo que se presenta en estos como batalla por lo digital ‘se libra no en el mercado de los contenidos sino en el mercado de la electrónica de consumo.´
- Hay un desajuste notable entre lo que tecnológicamente ofrece el e-reader y lo que necesita o quiere la persona lectora, entre el ‘sustrato tecnológico y el sustrato espiritual’. Los actuales aparatos lectores de libro e- se dirigen a un público inmigrante digital par quien el libro en papel aún tiene un valor totémico notable y se han diseñado sin las prestaciones de conectividad que los harían apetecibles para la generación de digitales nativos.
- La adopción del libro e- será paulatina en el tiempo y plural en la forma y el libro académico es la locomotora que o arrastra. Sobre la pluralidad de la forma, según los autores, la impresión digital, la impresión bajo demanda y la disponibilidad de contenidos digitales en la red ya serían algunas de las formas múltiples que formarían el panorama de la adopción del libro digital.
Sobre el libro e-, otro artículo con un par de ideas interesante. El de Nicholas Joint, “The electronic book: a transformational library technology?” en: Library Review, 59 (10) 2, p. 83–91:
- La primera, que en plena era de Internet, los préstamos de libros impresos en las bibliotecas universitarias no ha dejado de crecer (un 3% anual de 1994 a 2008) y que el estancamiento de los préstamos en las bibliotecas públicas en el mismo periodo se correlaciona más con un incremento de la cifra de venta de libros que con el del uso de la red como fuente de lectura.
- La segunda, que si la comunidad universitaria ha adoptado de forma radical y en un plazo record la revista digital, y no ha hecho lo mismo con el libro e- los motivos deben buscarse en “las tecnologías solo tienen éxito cuando satisfacen necesidades del usuario y no solo el entusiasmo de los tecnófilos.”
Esto último me parece digno de comentario. El éxito de las revistas electrónicas en las universidades ha sido indudable, pero el éxito se ha centrado en el acceso. El uso (es decir la lectura) de los artículos continúa siendo en gran parte en formato impreso (como impresiones de archivos pdf).
Mi escepticismo con respecto al libro e- no es el de un neoludita (espero). Tendría una biblioteca digital si esta estuviera en la nube, siempre dispuesta para que la use cuando quiera, donde quiera y usando el dispositivo que quiera.
La adopción del libro e- será progresiva y su éxito invisible por confundirse en el paisaje (como el hombre de la foto).