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diumenge, 31 d’agost del 2014

SpotiBooks




Impulsades pel pla de compres de llibres digitals de la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, en els darrers mesos les biblioteques públiques espanyoles han emprès importants esforços per oferir als seus usuaris llibres electrònics en préstec. Ho fan amb voluntat de servei, però també amb la idea clara que les biblioteques públiques no poen sobreviure si no ofereixen als lectors el mateix que s’ofereix comercialment: la lectura digital.

Mentrestant però, la batalla de la lectura en digital pot estar-se produint en altres escenaris. Imaginem un servei com Spotify per a llibres (donem-nos la llibertat d’anomenar-lo SpotiBooks): un servei que a canvi del pagament d’una  tarifa plana mensual permet llegir els llibres que es vulguin d’un ampli catàleg. Això és el que ofereixen en castellà Nubico
(plataformacreada per Telefónica i Círculo de Lectoresque ofereix ‘lectura sin límites por 8,99€ al mes’, o 24symbols que ofereix lectura gratuïta o una versió Premium si es paga una quota anual de 60€.

Lògicament però, ha tingut més impacte el llançament d’Amazon del seu producte KindleUnlimited  (un catàleg de 600.000 títols per una quota mensuals de 10$), novetat de la que se n’ha fet ressò, per exemple, el Wall Street JournalEl nou producte d’Amazon ha estat examinat des d’una perspectiva econòmica per EnriqueDans o bibliotecària (The digital shift).

La informació en digital és substancialment diferent de la impresa no només perquè és diferent la forma d’usar-la, sinó per les noves formes de negoci que apareixen. Les compres consorciades d’informació -que han comportat un increment notable de la informació disponible als usuaris de biblioteques- han aparegut en l’entorn digital, i l’Accés Obert a la informació científica, també.

Podem debatre fins a quin punt surt a compte la subscripció a serveis d’aquest tipus o evidenciar que seran serveis només per a qui els pugui pagar, però la lliçó que crec que cal extreure de serveis comercials com els comentats és que els temps estan canviant ràpidament. Les biblioteques existeixen per afavorir l’hàbit de la lectura i un accés igualitari a la informació i han crescut en un àmbit de llibre imprès escàs. Ens hem acostumat a tenir un públic fidelitzat no només per la conveniència dels nostres serveis sinó per la inexistència d’alternatives.

Els serveis de llibres digitals de tarifa plana competeixen amb la biblioteca en conveniència d’ús perquè no sempre les biblioteques hem sabut o volgut evolucionar els serveis per adaptar-nos a unes necessitats socials que són cada cop més exigents. Els horaris de les biblioteques mai no podran competir amb el 24x7 d’Internet, però podrien apropar-se més del que no ho fan a la disponibilitat dels ciutadans per visitar-les. Poques biblioteques tenen 600.000 títols, però, agrupades en un sistema de catàleg col·lectiu que permeti fer préstec entre biblioteques, poden oferir molta més quantitat i –sobre tot- molta més diversitat als lectors.

Cal refonamentar el valor de les biblioteques ja que el seu atractiu fins ara ha pivotat sobre la base de poder oferir una gran varietat de llibres. L’escassesa (relativa) de llibres a nivell social, feia que la riquesa (relativa) del fons de qualsevol biblioteca pública fos apreciable. Basats en això, les biblioteques no han posat prou en evidència els beneficis socials que generen: preservar la memòria, fomentar la lectura, generar sentit de comunitat, fer de prescriptors literaris, oferir un espai de repòs...  






dilluns, 24 de juny del 2013

Todas las obras a ofertar deberán estar en lengua castellana


El préstamo de libros electrónicos a través de bibliotecas públicas ha sido motivo de controversia reciente en los Estados Unidos de Norte América debido a que algunas grandes editoriales han impuesto condiciones consideradas muy restrictivas por las bibliotecas o incluso se han negado a vender libros electrónicos para evitar así cualquier medida de préstamo en bibliotecas públicas.  Cristóbal Urbano publicó en Blok de BiD un interesante post con el título de De Andrew Carnegie a OverDrive, Amazon y… ¿algo más? Bibliotecapública y préstamo de libros digitales en Estados Unidos donde sitúa este tema actual desde una interesante perspectiva histórica.

Las posturas maximalistas y proteccionistas de la industria editorial suscitan inevitablemente una reacción contraria de querer igualar las condiciones de venta de los libros digitales a los impresos. Las dos formas no son equiparables ya que la fisicidad del libro impreso impone unas restricciones inevitables que limitan el uso del libro impreso a un usuario a la vez y lo someten a un desgaste que obliga a su reemplazo al cabo de cierto uso. Un grupo de trabajo intersectorial del Reino Unido ha preparado unas recomendaciones para un servicio de préstamo digital en las bibliotecas públicas que resume muy bien Carme Fenoll en otro post de Blok de BiD, Políticas de préstamo digital en las bibliotecas públicas: el caso deInglaterra.

La dificultad y la necesidad de encontrar un sistema que permita a las bibliotecas comprar libros e- para dejarlos en préstamo y que sea compatible con la industria editorial hace muy interesante la iniciativa de la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria de convocar un concurso para la Adquisición de licencias de uso de libros electrónicos (e-books) para supréstamo a través de las Bibliotecas Públicas, así como la implantación de unsistema de gestión informática.

Creo que la iniciativa es digna de aplauso por lo que significa de querer que las bibliotecas no dejen de ofrecer un tipo de lectura que cada vez será más popular y que tiene ventajas innegables. El concurso sale por un importe total de 1.705.785,12 € (sin IVA) y se divide en 7 lotes temáticos más otro para audiolibros. Los ofertantes deberán ofrecer obras con licencia de uso para al menos 12 meses, es decir que –simplificando- se podrán adquirir o bien o pocos libros para muchos usuarios, o muchos libros para un solo usuario a la vez, o una mezcla de las dos opciones.  El concurso tiene mucho de experimental ya que no hay precedente que permita suponer qué ofertas harán las editoriales o los agregadores. Quizá se hubiera sido mejor convocar un concurso inicial que permitiera analizar la respuesta del mercado y, a partir de esta, hacer una convocatoria más precisa y mejorada. Veremos, por ejemplo, qué ofertas reciben los lotes 6 y 7 para libros infantiles de ficción y conocimiento.

Otro aspecto que resulta interesante del concurso es que se realiza para todas las bibliotecas públicas españolas. Creo no equivocarme diciendo que el Ministerio no ha realizado en el pasado reciente compras directas de libros para bibliotecas sino que ha dejado que sean las mismas bibliotecas las que lo hagan. La disruptividad de lo digital está abriendo nuevas modalidades de hacer las cosas. En las universidades, la llegada de las revistas digitales a finales del siglo pasado supuso una modalidad nueva de compra (las adquisiciones cooperativas) y la aparición de nuevos agentes (los consorcios de bibliotecas). En Holanda, la adaptación a las nuevas posibilidades de la información electrónica ha supuesto una redistribución de competencias entre estado, regiones y municipios para los servicios bibliotecarios.

Esta nueva realidad, junto con las sorpresas que puedan presentar las ofertas que reciba el concurso, hace del mismo una experiencia que debería formularse en un marco de cooperación y consenso y que deberá ser seguida con interés por la profesión.

Más sorprendente y difícil de justificar me parece la cláusula 2.1.1 que dice: “Con carácter general, todas las obras a ofertar, salvo las que forman parte del Lote 5 “Idiomas”, deberán estar en lengua castellana”. Es decir, el Estado podrá sufragar con dinero de todos libros de autoayuda –que son usados por una minoría de la población española- o novelas de ciencia ficción – que son preferidas por otra digna minoría- pero no podrán leer en catalán el despertar sexual del protagonista de la última novela de John Irving con una bibliotecaria ni tampoco en catalán La trama matrimonial que teje Jeffrey Eugenides en su último libro.

Esta exclusión a priori de algunas minorías del resultado del concurso es, en este caso, especialmente ridícula ya que es perfectamente posible que un ofertante hubiera podido ofrecer un número determinado de accesos a una obra dada independientemente de la lengua en la que los lectores hubieran decidido leerla.