Fue
fácil ser biblioteca nacional, en el siglo XX, una vez se introdujo el
mecanismo del depósito legal. La producción impresa que las bibliotecas
nacionales debían recoger les llegaba de forma automática. No lo es tanto a
inicios de S XXI, cuando su misión no puede cumplirse sin hacer lo mismo con la
producción digital. La transición de lo impreso a lo digital no es una simple
adaptación de lo mismo a un nuevo formato, requiere cambios organizacionales
que no siempre se quieren o pueden hacer.
La
ley
1/2015 reguladora de la Biblioteca Nacional de España, de forma coherente
con la nueva
ley del depósito legal, determina que la BN debe “Actuar como centro
depositario y de conservación de la producción cultural española en cualquier
soporte, incluidos los documentos electrónicos y sitios web” (art 3, 1.a). Pero
la Ley no cambió su carácter de organismo autónomo.
La
mayoría de las funciones que pertenecen a la administración la ejercen entidades
que actúan de forma jerárquica, pero, en algunos casos, se considera que la mejor
manera que tiene la administración para conseguir sus fines es conceder autonomía
a determinadas entidades. Es el caso de las universidades, por ejemplo. El
Museo del Prado adquirió esta categoría recientemente y ahora la recibe la Biblioteca
Nacional con su nuevo
estatuto.
Con éste, la Biblioteca Nacional de España pasa a tener “personalidad
jurídica pública diferenciada, patrimonio y tesorería propios, así como autonomía
de gestión”. Esta autonomía debería permitir
adaptarse mejor y de forma más ágil a los cambios derivados de esta nueva forma
de diseminar la información que es Internet. Estos cambios no son solo
tecnológicos, sino que también son sobre cómo hacer las cosas. Tal como explica
la nota
de prensa de la BN, la autonomía permitirá a la biblioteca captar recursos
a través del mecenazgo pero también participar en sociedades, fundaciones, etc. para la realización de sus fines.
Si
la sociedad industrial encontró en la organización vertical la forma de
realizarse, la sociedad informacional requiere una organización en red. Las funciones
que antaño podía realizar una biblioteca nacional sola, hoy solo podrán
cumplirse de forma federada y cooperativa, y es bueno que la BN se dote de la autonomía
que se lo permita.
El
nuevo estatuto determina que la Biblioteca tengo como organismo gestor un
Patronato. Este está formado por 30 vocales, 11 de los cuales son miembros
natos. El resto (19), serán nombrados “entre
personas de reconocido prestigio o competencia en el ámbito de la cultura, la
investigación científica y la economía o que se hayan distinguido por su
colaboración o apoyo a la Biblioteca Nacional de España”. Esta mayoría de
representantes no natos muestra una gran confianza en la sociedad civil. Ahora,
el reto está en configurar un Patronato efectivamente representativo de los
diferentes actores que alimentan y se alimentan de la cultura y la memoria escritas.
El
nuevo estatuto contempla también la creación de un comité científico (art. 11) que
“asesorará a la Biblioteca Nacional de España en la participación de [sic] programas
y proyectos de investigación, tanto nacionales e internacionales, en relación
con los fines y objetivos de la Institución”. Una finalidad ambigua que puede
ser aprovechada, si se utiliza con inteligencia, para aportar visión externa a
una institución que, por naturaleza y tradición, ha estado dominada por
dinámicas internas. El mundo digital está aún en creación; esto no permite que ninguna
organización tenga todos los especialistas y puntos de vista que la complejidad de
lo digital requiere.
Finalmente,
el estatuto (art. 13) determina que de la dirección de la Biblioteca dependan
una Gerencia y una Dirección Técnica, pero también dos nuevas unidades orgánicas:
la División de Procesos y Servicios Digitales y la División Cultural. Se intuye
de esta estructura que la BNE quiere tener tres patas de actividades: la que
podríamos llamar clásica y centrada en lo impreso, otra pensada para las nuevas
necesidades emanadas de lo digital, y una tercera para potenciar las actividades
culturales y la conexión de la biblioteca con la sociedad la cultura de la cual
recoge y preserva.
El
nuevo estatuto confiere a la BNE el beneficio de la autonomía y le permite
dotarse de un patronato representativo y de un comité científico que les
proporcione visión exterior. De momento, estos son los ingredientes esenciales para una
buena receta.