El Pew
research Center acaba de publicar el informe Book Reading
2016 sobre los hábitos de lectura de libros (impresos o digitales de los
ciudadanos de los Estados Unidos de Norte América. El breve informe muestra una
ligera recuperación de los datos de lectura: un 73% se declara lector/a de
libros en cualquier formato con respecto al 72% que lo hacía en 2015 (pero los
lectores declarados eran el 76% el 2014, y el 79% el 2011).
El
informe indica que los norteamericanos “leen más libros e- en tabletas o en
teléfonos móviles que en lectores de libros e- y que la lectura de libros
impresos es mucho más popular que hacerlo en forma digital”.
Yo soy
lector apasionado y creo que me inclinaría por leer en cualquier formato que
aumentara mi capacidad o experiencia lectora. Leo de forma preferente en
digital libros y documentos en PDF. Uso un lector de PDFs fantástico que me
deja subrayar el libro de diferentes maneras y puedo anotarlo manuscritamente.
Además, controlo los ficheros de los libros o documentos leídos, puedo
almacenarlos, encontrarlos y prestarlos.
No me
pasa lo mismo con los e-libros. A pesar de la ventaja de la transportabilidad, para
las novelas, los grandes inconvenientes que encuentro al libro e- son dos:
quedan encadenados a un soporte y no puedes almacenarlos juntos en tu biblioteca
(digital) y no todos los libros que me apetece leer se encuentran en el mercado
en forma digital. Para las obras de no ficción, dónde acostumbro a tomar notas o
a marcar fragmentos, las prestaciones del libro e- son muy mejorables. Ni el
subrayado ni la anotación tienen calidad pero, sobro todo, no poderlos prestar
ni poderlos almacenar libremente hacen que el e- libro (al menos para mí) no
sea una alternativa. Al menos no para hoy.
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