A lo largo del 2016, las bibliotecas universitarias
de Cataluña y la Biblioteca de Catalunya
iniciarán la catalogación usando las normas RDA (Resource Description and Access), en sustitución de las AACR2. La Library of Congress y la British Library la
iniciaron en 2013 y, desde entonces, otras muchas bibliotecas han seguido este camino. El uso de las RDA como
normativa catalográfica es un paso más en un camino trenzado por tres
voluntades: la de ahorrar, la de compartir y la de desarrollar la tecnología
que lo haga posible.
Catalogar es caro:
debemos hacerlo ahorrando esfuerzos
Coleccionar, catalogar, proporcionar acceso. Este es el mantra de las
bibliotecas. En algunos casos coleccionar es primordial, en otros lo es
facilitar el acceso y uso, la catalogación puede ser lo más relevante en
determinadas circunstancias… Las tres funciones requieren recursos y la
catalogación ha sido una de las actividades bibliotecarias que –especialmente
en algunas bibliotecas- ha consumido más. Por otra parte, catalogar un
documento dado podría ser una actividad que se hiciera una sola vez; el registro
creado podría reutilizarse n-veces, en muchos casos sin cambios, en algunos con
adaptaciones menores.
La historia de la catalogación puede contarse como el camino de encontrar y
acordar normas y pautas comunes de catalogación que permitan el re-uso por
parte de muchos del registro bibliográfico creado por una biblioteca (por la
primera que cataloga un documento). Las bibliotecas pueden ahorrar una parte
importante de sus recursos (especialmente en personas) si son capaces de
reaprovechar las catalogaciones de otras bibliotecas para su uso propio.
En 1961, en París tuvo lugar la primera International Conference on Cataloging Principles, que acordó unos
criterios generales (conocidos como los “Principios de Paris”) que permitieron al
cabo de no muchos años la elaboración de unas normas de catalogación para los
países de habla inglesa. Pero la primera edición de las Anglo-American cataloguing rules (1967) fue un éxito a medias ya
que no contó con una única edición, sino con una de británica y otra de norteamericana.
La unificación normativa (a nivel anglosajón) se realizó en 1978 con la segunda
edición de las AACR. Mientras tanto
el formato MARC apareció en 1968 y a
principios de los años 70 la IFLA
iniciaba la serie de ediciones de normas internacionales para la descripción
bibliográfica de documentos de diferente tipo (las ISBD) que, entre otras, tenía la intención de facilitar la
catalogación usando ordenadores.
Es dentro de esta tradición que debemos situar a las RDA: una norma con las ventajas e inconvenientes de querer ser
internacional, confeccionada de forma consensuada entre la comunidad
bibliotecaria y pensada para ser usada en el contexto tecnológico actual.
[Este post es la entrega 1 de 5 de una nota ThinkEPI que se publicará en
breve.]
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