El v. 23, n. 2 (marzo-abril de 2014) de la
revista “El profesional de la información” tratará de Políticas de información.
Paso a publicar por entregas mmi contribución (1/6).
(Uno que ya tiene su edad se acuerda que)
unas históricas Primeres Jornades de Teledocumentació a Catalunya concluyeron
que era necesario “elaborar un programa general de información para Catalunya
que analice las necesidades de los
usuarios tanto del sector público como del sector privado, defina las coberturas
adecuadas para satisfacerlas, identifique los medios personales, tecnológicos y
organizativos necesarios y periodifique debidamente la consecución de los objetivos
que se establezcan”[i].
Podemos encontrar otras definiciones de lo
que son las políticas de la información pero esta nos vale ya que además se
formula en 1983, un momento en el que el tema tiene plena vigencia a nivel
internacional. No en vano la Unesco había
iniciado un programa general de información (PGI) que bajo el nombre de UNISIST
pretendía “to co-ordinate existing trends toward co-operation and to act as a
catalyst for necessary developments in scientific information” y tenía como
finalidad “the establishment of a flexible and loosely connected network of
information systems and services based on voluntary cooperation.” [ii]
Porqué, al final, una política de información
no es más que la acción concertada de diferentes agentes con la información
como objeto y con determinadas finalidades como metas. En mi opinión, la euforia
tecnológica y de recursos de las décadas anterior y la posterior del cambio de
siglo crearon la sensación de que con la información todo era posible y
minimizaron la necesidad de coordinarse para conseguir determinados fines. Los
enormes cambios que ha supuesto la información digital y en red para los
sistemas de información han comportado mejoras evidentes, pero también un
cierto desconcierto sobre las direcciones que tomar y –sobre todo- un cierto
optimismo sobre la no necesidad de tomar direcciones de forma conjunta ya que,
al final, la tecnología por si sola conseguiría lo que no podía conseguir la
acción coordinada de las organizaciones y las personas.
La crisis que vivimos no es solo económica
sino también tecnológica y de cambio de modelo organizativo, y está mostrando
ya algunos efectos de la desregulación y la no planificación. El acceso a la
información por parte de la totalidad de los ciudadanos, la existencia digital
de información sin interés comercial y la preservación para el futuro de la
información digital no se conseguirán de forma espontánea y sin esfuerzo. En
los últimos años, el movimiento del acceso abierto ha mostrado también que la
gran fuerza de una acción concertada en una dirección dada tiene el poder de
modificar maneras de hacer centenarias. Pero las tendencias (lógicas) por parte
de las empresas editoriales de continuar reteniendo derechos sobre la información
y los datos han mostrado también que las solas fuerzas del mercado unidas a la
ausencia de políticas de la información tienen efectos restrictivos sobre este bien
público que es la información.
Si esto fuera así (y yo así lo creo) tener o
no políticas de información dependería menos de los recursos existentes
(normativos o de infraestructura) que de la capacidad de las instituciones que
manejan información de llegar a acuerdos sobre cuáles deben ser estas acciones
concertadas y sobre el papel de cada uno en emprenderlas. Las políticas de
información exigen también tener estrategias definidas, ¿deben ser globales o
sectoriales? ¿generadas por el Estado por las bibliotecas? ¿dirigidas o
participativas? ¿de instituciones de un mismo tipo o de un amplio espectro de
organizaciones? De buen seguro que existen distintas respuestas igual de
válidas a estas preguntas, y que elegir la mejor estrategia depende de
variables de tiempo y lugar, pero a mi parecer solo podemos establecer
políticas solidas de información si encontramos un conjunto de acciones alrededor
de las cuales se puedan alinear sin fricciones un amplio espectro de agentes.
Hay tres universos que deberían permitir
coincidencias amplias: el mundo de lo impreso, el de la investigación y el de
la cultura. Las posibilidades de establecer políticas de información en estos
ámbitos se basan en consensos generalizados sobre lo que se debería o sería
bueno hacer en cada uno de ellos.
[i] "Conclusions de les Primeres Jornades de Teledocumentació a
Catalunya." Butlletí de l'Associació de Bibliotecaris de Catalunya [en
línia], 1983,, Núm. 4 , p. 52-54.
http://www.raco.cat/index.php/ButlletiBibliotecaris/article/view/52887/60834
[Consulta: 06-03-14]
[ii] John B. Rose, "The UNESCO
General Information Programme and Its Role in the Development of Regional
Co-operative Networks." Proceedings of the IATUL Conferences.Paper 6.