[El v.
23, n. 2 (marzo-abril de 2014) de la revista “El profesional de la información”
tratará de Políticas de información. Paso a publicar por entregas mi
contribución (3/6).]
De forma similar, el entorno de la
información científica genera hoy consensos alrededor de los cuales se pueden
articular políticas de la información. La idea central ha sido expresada de
forma clara y directa por el Finch report[i]:
la ciencia y la innovación producen beneficios económicos y de mejora del
bienestar social y se espera que una ciencia abierta genere más y mejor
ciencia. Así las instituciones patrocinadoras de la investigación (las
bibliotecas entre ellas) pueden y deben ponerse de acuerdo en facilitar el
acceso abierto a la información y a los datos.
Pero, si para el caso de lo impreso se daba coincidencia
amplia sobre los objetivos finales y sobre la manera de conseguirlos, para el
caso de la información científica el acuerdo es mucho más fuerte en las metas
que en los caminos para conseguirlas. Y esta diferencia no es banal.
El Open Acces tiene poco más de diez años. La
idea, que surgió alrededor de una carta abierta firmada por algunos
científicos, ha pasado de ser un ideal romántico a un horizonte tangible y
próximo. Las cifras sobre el porcentaje de artículos científicos en abierto
varían, pero yo las situaría por debajo del 20% A pesar de ello, en estos
momentos nadie duda (tampoco los editores comerciales) que el acceso abierto a
las revistas va a ser la forma dominante de la comunicación científica a corto
plazo (digamos el año 2020). La meta está pues clara, pero los caminos divergen
en los colores (vías verde y dorada, con variantes cromáticas) y contenedores
(repositorios o revistas, con variantes en la forma de los mismos). Pero la
visión de resultado final permite construir políticas de información
favorecedoras del OA siempre que estas se mantengan abiertas a las diferentes
maneras de conseguir el acceso abierto para el lector y combinen mandatos con
incentivos y facilidades.
Con el acceso abierto a los datos pasa una
cosa parecido. La meta de ofrecerlos en abierto es compartida de forma amplia,
pero aquí la divergencia no está en los caminos para conseguirla sino en la
incertidumbre de una ruta aún no trazada. Una publicación reciente sobre el
tema tiene un título significativo: “Starting the Conversation: University-wide
Research Data Management Policy”.[ii]
Como en otras ocasiones en la historia reciente (la tele-documentación, el OA o
las compras consorciadas) las
bibliotecas no tienen por qué ser los agentes de la gestión y almacenamiento de
los datos producidos por la investigación científica, pero son los agentes
mejor situados para ejercer de catalizadores. Y esta posición de liderazgo en
un entorno incierto podría permitir también alianzas amplias sobre las que
construir políticas de la información (en este caso, datos).
Creo también que hay consenso en considerar que
la compra conjunta de recursos digitales (consorcios) o la compartición de
infraestructuras (repositorios y portales) son caminos que refuerzan la
capacidad de acción de las bibliotecas. Como en el OA y para con los datos, no
hay de ninguna forma un consenso amplio sobre
el camino a seguir. Hay consorcios especializados en una función y
multi-tipo, ámbitos de compras estatales y regionales, tutelados por el estado
o cooperativas de base… Y también diversas opciones en el ámbito de las infraestructuras
(repositorios institucionales o temáticos, por ejemplo). Pero, en cualquier
caso, la cooperación y la formación de alianzas parece un eje de futuro que
debería formar parte de una política de información en el ámbito de la
investigación.
El nuevo paradigma en construcción para la
comunicación científica es un campo abierto a nuevas soluciones, un terreno para la
experimentación. Pero las exploraciones de terrenos desconocidos es mejor
hacerlas acompañados. Las direcciones están trazadas pero los caminos son poco
transitables. Aquí es perfectamente posible establecer unas políticas de
información amplias siempre que sus agentes sean flexibles y no definan
programas de actuación demasiado escorados hacía alguna de las opciones en
juego.
[i] “Governments, businesses, charities and others
invest large sums of money in research in order to achieve those benefits: to
increase knowledge and understanding, but also to make tangible contributions
to social welfare and to economic growth. For research and its products are not
just
economic
assets: they contribute immeasurably to the intellectual and cultural life of
the nation. Governments across the world therefore see the vitality of the
research base as fundamental to the health of a modern society and economy.” Janet Finch (Chair) / Accessibility,
sustainability, excellence: how to expand access to research publications:
Report of the Working Group on Expanding Access to Published: Research
Findings: Report of the Working Group on Expanding Access to Published Research
Findings // 2012
[ii] Erway, Ricky. 2013. Starting the
Conversation: University-wide Research Data Management Policy. Dublin, Ohio:
OCLC Research. http://www.oclc.org/content/dam/research/publications/library/2013/2013-08.pdf
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