[El v. 23, n. 2
(marzo-abril de 2014) de la revista “El profesional de la información” tratará
de Políticas de información. Paso a publicar por entregas mi contribución
(2/6).]
En el ecosistema de la información, la
especie de los documentos impresos está en un proceso de retroceso y mutación.
Su importancia será progresivamente menguante en las próximas décadas dentro de
las cuales los expertos no prevén su desaparición. Las bibliotecas como
instituciones coleccionadoras y gestoras de lo impreso deberán conseguir que se
pudiera conocer de forma fácil todo lo que hay, que fuera accesible y que lo que
se usa poco y tenderá a usarse menos se conserve.
Los dos objetivos primeros fueron ya objeto
de políticas de información de la IFLA con el programa de control bibliográfico
universal (CBU) y el de disponibilidad universal de las publicaciones (UAP).
Ninguno de los dos es nuevo en el ámbito de la biblioteconomía y la
documentación, pero los dos deberán ser realizables en un corto espacio de
tiempo. Tener localizados todos los documentos impresos de todas las
bibliotecas parece un objetivo razonable y conseguible. Worldcat de OCLC se
aproxima a ello desde una perspectiva tan global que quizá sea excesiva a
efectos prácticos, pero la verdad es que tener al menos dos catálogos
colectivos para las bibliotecas españolas (uno para bibliotecas universitarias,
especializadas y las nacionales, y otro para las públicas y escolares) sería
útil y nada difícil.
En un mudo con preponderancia de lo digital
se entenderá cada vez menos que las bibliotecas no puedan informar de forma
exhaustiva sobre los bienes púbicos impresos y proporcionar acceso a los
mismos. Lo que hoy llamamos préstamo interbibliotecario debería ser un conjunto
concatenado de acuerdos entre redes y sistemas bibliotecarios que proporcionara
de forma transparente y rápida cualquier documento que un usuario necesite. Y
esto continuará siendo necesario, porqué aunque tendremos acceso a mucha
información en formato digital, una parte significativa de la misma no lo
estará por carecer de suficiente interés comercial para digitalizarla o por
existir obstáculos legales para hacerlo.
En estos momentos las bibliotecas españolas
custodian 175 millones de volúmenes impresos[i],
su prescindibilidad irá en aumento, pero no la necesidad de mantener
suficientes copias de cada título. Los interesantes estudios de OCLC sobre
solapamiento de colecciones impresas y digitales[ii]
muestran que el acceso a la totalidad de la información impresa generada por la
humanidad va a necesitar depósitos donde almacenar de forma barata y coordinada
los múltiples libros y revistas que tendrán un uso demasiado bajo como para
estar en los estantes de las bibliotecas y que no habrán encontrado motivo de
pasar a la red.
El dominio en extinción de lo impreso
requiere medidas de preservación que la tecnología hace posibles. Una red
federada de catálogos colectivos y de almacenes de impresos debería permitir
que, a través de acuerdos de préstamo entre los sistemas bibliotecarios, las
colecciones bibliotecarias impresas fueran, a efectos prácticos, un todo, una
sola colección.
[i] El valor económico y social de los servicios de información:
bibliotecas: Informe de resultados (FESABID, 2013) p. 35
[ii] Ver la recopilación de estudis en: Dempsey,
L.; Lavoie, B; Malpas, C. Understanding the Collective Collection: Towards a
System-wide Perspective on Library Print collections. Dublin, OH: OCLC
Research, 2013. http://oclc.org/research/publications/library/2013/2013-09r.html
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