Ejemplarmente el Servei de Biblioteques de la UAB viene
publicando memorias anuales desde
el año 1987. Digo ejemplarmente porqué esto es transparencia antes de la
ley de la transparencia y porqué –por desgracia- es un ejemplo que no ha
cundido. Para los interesados en el paso del tiempo vean la del 1987
realizada de forma mecanografiada, la única manera de redactar documentos antes
que los PCs llegaran a ser instrumentos de trabajo cuotidianos.
Las memorias son un ejercicio de ‘accountability’ o
rendimiento de cuentas que, a mi entender, es básico y, por lo tanto, previo a
otras expresiones de rendimiento de cuentas y de mejoramiento por la calidad
(llámense estas ISO, planificación estratégica, FQM). La calidad es lo
perseguido, pero la calidad sin datos es un ejercicio estéril.
Las memorias permiten ver la evolución de los servicios
prestados y deducir, a partir de estos datos, hasta qué punto una biblioteca
cumple con sus finalidades, hasta qué punto es efectiva, qué servicios van a la
baja, cuáles emergen… Permiten saber el grado de salud de una biblioteca y, por
extensión, de las de su tipo. En este sentido, las bibliotecas de la UAB son un
ejemplo bastante ideal. La UAB es una universidad relativamente nueva (fundada
el 1968), que ocupa las primeras posiciones en cualquier ranking, que ha
contado desde siempre con un buen equipo de profesionales y que ha dedicado importantes recursos a sus
bibliotecas y a proporcionar servicios bibliotecarios.
Veamos la salud de las bibliotecas de la UAB y, por
extensión, la del resto de universitarias. Que la información digital esté
construyéndose como realidad prevalente no debe hacernos olvidar que algunos
servicios básicos de las bibliotecas se están proporcionando a partir de los recursos
clásicos de los espacios y las colecciones. Empecemos por aquí.
El gran momento para hacer nuevas bibliotecas fue la
década de los 90 del siglo pasado. La UAB tenía 26.760m2 el año 2000, llegó a
los 35.000 en el 2006 y tiene 36.615m2 ahora. Sin casi crecimiento en los
últimos años, a pesar de tener proyectos de nuevos edificios. La conclusión me
parece clara: a las universidades que o las hicieron en su momento les va a ser
muy difícil hacer bibliotecas nuevas.
Las compras de libros han bajado drásticamente debido a
la crisis. Las bibliotecas de la UAB estuvieron comprando entre 15 y 19.000 monografías
al año entre el 1994 y 2010. Las compras pasaron a unas 11.000 en 2011, unas
9.000 en 2013 y a 6.374 en 2015. Mirémoslo por el lado que queramos: esto supone
una merma muy grade en la capacidad de las bibliotecas de proporcionar
información relevante a sus usuarios.
Las revistas vivas han pasado de 12.809 el año 2000, a
21.537 en 2006 y 30.307 en 2015. Esto no puede entenderse al margen del nuevo
modelo de compras de las revistas por paquetes a través de consorcios. Las compras
de revistas por paquetes ha sido bastante denostada pero creo que es innegable
que ha ampliado considerablemente el acceso que las bibliotecas ofrecen a sus
usuarios y a la valoración (altamente positiva) qué hacen estos de las
bibliotecas.
Los usuarios presenciales llegaron a su máximo en 1998
(más de 4,5 millones), pero desde entonces, aunque lentamente, no han dejado de
descender: 4M en 2001, casi 3,8 en 2006, poco más de los 3 en 2013 y 2,9 en
2015. El descenso de libros en sala es mucho más drástica: de los 709.000 en
2006 a 197.497 en 2015. A mi entender esto resucitará pronto un debate que ya
tuvo lugar en los 90: ¿para qué hacer bibliotecas si a ellas la gente no va
para usar los documentos que allí se encuentran? Paralelamente hay usos de documentos
digitales (libros, BBDD y libros). Los usos –evidentemente- crecen, pero son
datos aún difíciles de interpretar. El crecimiento de artículos recuperados (de
casi 1,4M en 1006 a poco más de 1,6M en 2015) me parece preocupantemente bajo. El
préstamo ‘in situ’ se reduce ligeramente (de 529.896 en 2006 a 454.426 en
2015), pero a éste se le debe sumar el préstamo consorciado (unos 15.000 en
2015)
La estructura de la memoria de las bibliotecas de la UAB
no destaca suficientemente el giro de las bibliotecas universitarias hacia lo
digital, pero las casi 20 p de la memoria dedicadas a este tema indican los
esfuerzos dedicados al mismo. No hace mucho más de 10 años que las bibliotecas
universitarias se dedican a recoger en formato digital documentos de todo tipo
producidos en su institución. A las colecciones físicas debemos sumarles las
electrónicas almacenadas ya no en los estantes de las bibliotecas físicas sino
en los repositorios digitales.
El repositorio institucional de la UAB –el DDD- llegó a los casi 50.000 documentos en
2009, sobrepasó los 100.000 en 2013 y tenía 132.715 a finales de 2015. El ritmo
de crecimiento decrece pero el de consultas se mantiene y substituye en parte las
consultas de documentos en sala (muy interesante, por cierto, a tipología de documentos
que se encuentra en la p. 54).
La memoria recoge aun de forma tímida un conjunto de
servicios que las bibliotecas de las universidades han empezado a prestar de
forma decidida para dar apoyo a la investigación. Quizá las bibliotecas de la
UAB no sean las más avanzadas de España en este giro en sus servicios, pero
este es en parte el problema de los servicios emergentes: que cuestan verse.
3 comentaris:
Es, efectivamente, meritorio y me sumo a las felicitaciones.
He repasado la documentación de la Biblioteca donde trabajo -la de la Universidad de Zaragoza- y me alegra poder decir que nuestra primera Memoria es de 1985. Se empezó a hacer al quedar establecida la redacción de la memoria anual del servicio por mandato de los nuevos estatutos que se redactaron tras la aprobación de la LRU de 1984.
Saludos,
Ramón Abad
dirbuz@unizar.es
Me alegro mucho de ver que estaba equivocado en esto y en ver que la biblioteca de la Universidad de Zaragoza tiene también memorias desde hace décadas. Abrazos
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