Uno de los principales cambios recientes en la edición de
revistas se ha producido en el modelo de negocio y ha sido el acceso abierto
(OA).
A principios de este siglo, un grupo de científicos
publicaron una carta abierta en la que se reclamaba que el contenido de la
investigación científica se pudiera diseminar de forma abierta. Poco tiempo
después, un conjunto de declaraciones internacionales consolidaban la idea bajo
el concepto de ‘acceso abierto’, el cual implica que los artículos debían
distribuirse de forma abierta (sin coste) y bajo unas licencias de uso que
permitieran la reutilización de los artículos de forma libre.
El movimiento del OA se ha consolidado a nivel de idea y
muchos investigadores, universidades, organismos financiadores de la
investigación y estados están reclamando que toda la producción científica
(especialmente la financiada con dinero público, que es la mayoría) se
distribuya de forma abierta. Se considera que esto tendrá los efectos de
general más y mejor ciencia e innovación. Sin entrar en detalles ni matices, una
posibilidad para el OA es depositar los artículos en bibliotecas digitales o
repositorios -lo que se denomina vía verde al OA-, y otra, la publicación de la
revista en OA -la llamada vía dorada-.
El OA tiene, innegablemente, unos efectos beneficiosos
inmediatos para los lectores, ya que les permite leer y usar los artículos que
les interesan bajo unas restricciones mucho menores que en el modelo de acceder
a los artículos a partir de suscripciones individuales o institucionales. Pero
esto crea el problema de cómo se financian las revistas en este nuevo modelo de
negocio (o realidad) en la que ya no se puede contar con ingresos por las
suscripciones.
Parece claro que el OA está en el horizonte de la comunicación
científica. Ni autores ni editores dudan que será la forma como los artículos
se difundirán en un futuro cercano. Lo que está menos claro son las formas que
definitivamente se encuentren para garantizar la financiación de las revistas y
cómo será el proceso de transición de la distribución de artículos bajo
suscripción al de difusión en abierto. Pero, sea cual sea la forma (o color) que
tome el movimiento del acceso abierto, está claro que el OA facilita lo que
toda revista quiere: que los artículos que publica lleguen al máximo número de
lectores posibles y de la manera más fácil posible.
La sostenibilidad financiera de las revistas en OA depende
de los ingresos por publicar, de la filantropía o del mecenazgo. El primero (paga
el autor en vez de hacerlo el lector) seguramente será el mecanismo más usado
por las revistas competitivas -las incluidas en WoS o en SCOPUS- y las que
publican investigación generada por proyectos con financiación ya que el coste
de publicar se detraerá de la financiación de los proyectos de investigación.
Pero hay mucha investigación que no está financiada de
forma específica. En este caso, ¿cómo una revista puede publicarse en abierto?
Pues, como ahora, con filantropía y voluntarismo. Muchas de las revistas
científicas actuales han surgido de una
comunidad científica determinada y o han tenido pretensiones de generar
ganancias. Estas revistas, hasta ahora, se han editado y distribuido en papel
pero sus costes eran cubiertos sólo parcialmente por los ingresos de las
suscripciones o de las ventas. Se trata de reducir costes eliminando la
impresión y de continuar asumiendo los otros gastos con las vías que hasta
ahora se han usado: los presupuestos de asociaciones, las sociedades
científicas o los departamentos universitarios.
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